Tríptico de desamor (Fundación Cultural de Trabajadores de Pascual y del Arte A.C.) |
Nunca
más silencio ©
El hombre asciende las ruinas
de su cuerpo,
cuando la piedra es un cometa
iracundo.
La piedra no es pan, el agua no
es vino.
Los milagros podrán suceder
si las ventiscas
no se llevan las arenas hacia
el Sur,
a las grutas escarpadas
donde la piedra es pan y el
agua vino
donde las manos se agrietan,
donde el tiempo transcurre
en el cuchicheo de los
ancianos.
Las piedras gritan los nombres
de los que ya se han ido,
de los que caminan
las sombras de cuerpos ajenos,
de los que no descienden.
Algún infortunio les habla.
Aquí la palabra versa y versa.
Allá, el silencio duerme el
quebranto.
Algo queda por decir.
La luz y las sombras altas (Libro-objeto) © (Fósforo ediciones, CDMX 2016) |
I
Una
vez más:
el
crepúsculo en los ojos.
Una vez más:
la agonía
las naves
los puertos.
¡El
incendio!
La
luz vendrá de otros cauces
a
iluminar
lo
que las manos ya no pueden.
Y
con ella:
sus sombras altas.
II
Te
dejo
las
palabras
para
que abreves de ellas.
Voz
para repetir
las letras de tu nombre.
El
viento estival de la hojarasca en danza lenta.
Que
yo me guardo de ti:
los espirales de tu boca
la piel magra y mulata
las danzas de tu cuerpo
las piernas altas
y el brillo
de todos
tus astros.
Poesía reunida ©
(miCielo ediciones, CDMX 2007)
La bruma se dispersa ©
Y
si alguien me pregunta quién soy
le
diré:
Soy
quien fluye del río al mar
a
las orillas de una costa sin nombre
donde
un reino se erige
las
naves se incendian
la
bruma se dispersa.
Soy
unas manos
que
lentamente sueltan las amarras
en
el estandarte de los náufragos
Soy
un cuerpo fragmentado
ola
espiral en danza rota.
Soy
la voz que nunca fue
en
el silencio húmedo de unos labios
Soy
todo lo que dicen acerca de un par de maletas
y
zapatos de viaje para la travesía.
El presagio y su respuesta (libro de artista) ©
(miCielo ediciones, CDMX 2008)
Presagio 4 ©
Y
si alguien viene a preguntar
quién
habita mi reino
le
diré que polvo en forma de viento
voces
que piden deseos
pájaros
de alas grotescas (merodeando mi cabeza)
intervalos
de amor entre la cordura y la locura
ríos
de historias que forman mares de historias
días
de invierno que a galope
vienen
todas las tardes a mi pecho
hilos
transparentes
que
bordan en las manos
destinos
imposibles.
Afuera, hay formas únicas
que
desconocen mis templos
que
descienden mis pupilas
que
cortan si no queman
que
hieren si no entregan
que
sumergen si no ascienden.
Hay puertas
camas
silentes
madejas
de lamentos.
Hay
caras menguantes
de
su mueca
en
descontento.
Hay
espuma
dentro
de un vaso roto
un
cántaro roto
un
dios también roto.
Hay
música
que
no cesa
manos
que se agitan
rondas
que
nunca
se
repiten
eternas.
Hay
sombras
plagadas
de recuerdos
libros
viejos
plantas
sin
regar
platos
sucios
colillas
humo
y
la ventana
sostenida
por
un
endeble
marco.
Hay
treguas
que
no sirvieron
lecciones
a
partir
del
olvido necesario.
Hay
lluvia que ahora no cesa
pasos
sin rumbo:
el
otoño y los días raros.
Hay
en estas líneas el presagio del
fin del mundo
Presagio 1 ©
Una
mañana despierto
el
cielo se cae encima.
Todas
mis palabras han sido infectadas
por
una nueva enfermedad
que
no tiene cura.
Viene
de cimas lejanas
se
lee en los diarios
a
veces, forma cifras de dolor en la carne
otras,
es un gusano barrenador
que
taladra la frente.
¿Cuánto
más, la agonía?
Presagio 2
Rumor
del aire.
Silencio.
Extraña sensación de brazos cruzados por espinas
(espacio
–aire– equilibrio)
Avanza
la noche, se ahogan alaridos
llueven
gatos de uñas afiladas
los
pies un lodazal
el
cuerpo difuso entre el torrente
y
un páramo de concreto.
En
esta fe ciega (a destellos cordura)
con
un dedo en la frente (insignia -insigne- insignificante)
vienen
a decirme que esta historia
de
tan intensa ya no existe.
¡Ah!
la brevedad malsana resistencia (la existencia).
Silencio.
Presagio 3
Avanza
la noche
un
animal herido
se
regodea en lamentos
baila
con la última luz del año
se
entrega a su dolor
y
en la penumbra
levanta
los escombros
de
sueños rotos
para
construir reinos perdidos
junto
al mar.
Gran mal ©
Libro-Objeto
(miCielo ediciones, CDMX 2010)
Descendimiento ©
Empuño la espada que me ayuda a combatir
y desciendo. Voy por las calles como por ríos vertiginosos. Atisbo tu brazo en
alto. Me has guiado hasta ti. Mi huella en el asfalto, calza su descendimiento.
En el arroyo vehicular, naufragan las esquirlas de mis alas rotas.
He venido a renacer un nuevo día. Ahora
soy parte del vértigo, ese que todos los días te escupe en la cara: guerra,
odio racial y cifras de dolor en la carne. Me duelen los pies de tanto correr.
Me queda la voz para gritar fuerte, escúchame en tus sueños. Mis cantos por tu
presencia, son de esperanza. Vine a ofrecerte ríos de luz, a encontrarme en el
cristalino de tus ojos, a caminar tus rumbos.
Reconóceme, soy quién rapó sus crespos
largos, aquel que habita por debajo de esta superficie fétida, donde tu mirada
no alcanza. Soy más que una mano percudida que se extiende a tu paso.
Glory box ©
Libro-objeto
(miCielo ediciones, CDMX 2011)
Glory box
(El quirófano ediciones; Guayaquil Ecuador, 2012)
Romper huesos de paloma
para hacerse escuchar ©
Estoy
esperando una mejor ocasión
para
elaborar un verso acústico
que
me asista
Escribo:
En
una vuelta de mi mano
se
abre el mundo
los
caminos buscan destino
el
viento enrarecido contempla sus islas
la
piedra es un puente que une continentes
pájaros
de vivos colores transgreden sus jaulas
y
en libertad sobrevuelan
no
hay nichos
las
deidades caminan entre los mortales
Canto
a la ciudad lo que soy
asisto
donde los hombres brindan
(no
son nuevas formas de olvido)
yo
también necesito saber
que
existe algo que se llama destino.
Un
coleóptero hipnotizado surca la luz
la
noche es capaz de aplastarlo todo
la
brújula de mi mente gira
en
el líquido que me aguarda.
Nunca
por el fuego pasa la boca inadvertida
es
un niño pequeño y frágil
en
el intento de nombrar el mundo.
Aquí
estoy
en
la orilla del vértigo
barca,
constelación y cartografía
línea
que no cruzan los viajeros
el
corazón
de un árbol
soy
soy
Las eternas rutas
(Diablura ediciones, Toluca Edo, Mex, 2012)
Motivos
por los que se ufana este cuerpo ©
In
memoriam Guillermo Fernández
Te imagino pútrida, santa-niña-muerta de
ojos-vagos tocando tu canción favorita en la rockola, te imagino sensacional
portando ese par de texanas, te imagino con la tráquea seca de tanto cantar a
dentelladas; así también imagino el infierno.
La vida es recordar ese vaso de leche
tibia con cardamomo, el arroz cocinado con jugo de coco, las verduras a la
mantequilla.
La felicidad es el olor de los pinos, los
pies desnudos sobre el pasto húmedo, la hojarasca entre las manos; el rumor de
las olas, la arena pegada al cuerpo, mil amaneceres destinados al riesgo de
querer vivirlos.
Sólo los grandes solitarios emprenden
largas caminatas.
Ítaca es al viaje como mis direcciones se
tornan invisibles: me ilumino de crepúsculos donde los documentos no son
necesarios para transitar fronteras, me niego pruebas divinas; actúo entre
bastidores, me fortalezco de mis súbitas convalecencias.
Al final, vamos donde la gloria de este
mundo es transitoria.
En
medio del desastre: la poesía ©
In
memoriam Gonzalo Rojas
A esta hora del tiempo rezagado
en medio de la cama revuelta
y el coro de grillos
me pregunto
que sitio ilumina tu presencia
como un sol.
A esta hora del espacio inerte
en medio de la habitación polvorienta
que me aguarda siempre en la zozobra
en esta parte y en este cuenco que es mi
vida
tejo la palabra, rememoro y aguardo el
regreso de los días.
Ponderar la maravilla del mundo
en estas paredes que me aguardan
el desapego del tiempo en tu compañía:
cuesta.
¿Y si te digo, que te extraño?
Breviario de la renunciación
(El viaje ediciones, Guadalajara, Jal 2015)
XI ©
Soltarte
para que al caer, seas el ángel desterrado de un cielo imposible.
Conjuro
tu historia a otra historia, tu nombre a otro nombre.
Limpios
mis ojos, verán partir el continente de tu cuerpo, donde una vez el mapa de sus
lejanías doblara las esquinas para rozarse con descuido.
A
nada quise temer, en tanto ondeaban tus aguas en mis puertos. Del viaje
sostengo una flecha, un cordero, en el piano resonando un nocturno y tu índice
sin tiemblo: “Busca horizontes cercanos”.
En
conmemoración al dolor que me habita, levanto la mirada y me pierdo en el vuelo
de las aves. Existe, sin embargo, el goce, el milagro irreductible de estar
viva.
El amor es la imposibilidad de las almas
solitarias
XII
Me
entrego a la creación de aves iracundas, a dibujar paisajes desde la ventana de
la nostalgia. Ante la desnudez reflejada en el espejo, ya no quiere mi otra
mitad su complemento.
Tú,
Dios desconocido, me despido de tu presencia.
El amor no es un verdugo
Epílogo
¿Y
qué si iba yo, por caminos de aire? A mi alma producía alegría caminar y eso
era suficiente.
Entre
la voluntad y la verdad que todos quieren conseguir, algún sacrificio persiste.
Yo que no pienso en mañana, camino y corro sin temor, porque todas mis heridas
han de sanar.
Amar
es un privilegio del que sorben los condenados.
Sorbiendo
de a poquitos la muerte: camino y amo la vida.
¿Quién
me da calor? ¿Quién me ama todavía?
Crónica de los días, que ya no son (El quirófano ediciones, Guayaquil 2016) |
¿Por qué te fuiste,
Leopoldo? ©
In memoriam Leopoldo María Panero
I
Me
han dicho que de tanto asistir a la bocanada
tu
labio se fue consumiendo
y
al correr de los días
un
nuevo ventarrón azotó tu cabeza.
II
Al
paso de los días extrañaré tu voz
ligera
como canto de estornino
tu
mano dirigiendo los coros de los vagabundos
en
las calles de La Palma.
Desde
ya, te extraña mi corazón de Ortiga
no
encuentra su luz verde mi semáforo.
Carajo
Leopoldo ¿por qué te fuiste?
me
dejas con la cabeza a punto del incendio y los licores servidos.
III
Dime
una sola palabra que te defina
(yo
nunca negué la lucidez de tu sonrisa amarga).
Los
dementes son ellos
los
que juzgan detrás de la baya:
invidentes
alados sostenidos por míseros pesos
que
nada valen
(salvo
para ir al día a día)
burócratas
con el culo chato
(amantes
con el culo chulo)
sonámbulos
cuidadores del culo del recién parido
q
u e n a d a v a l e n.
IV
En
tu ausencia y al paso de los días
canturreo
la misma canción
empuño
la mano en alto
me
empujo los anticonvulsivos
y
espero el viento atolondrado
de
la siguiente despedida.
El ruido del mundo © (miCielo ediciones, 2017) Colección X Aniversario |
¿Cómo puede Dios soportar mis reclamos,
tan similares a los zumbidos de los mosquitos?
Francisco Hernández
I
PIDE
A MIS OÍDOS
Que aprendan los acordes
de una canción que sólo yo
conozca
-timbales y silencios-
las notas de mi solitario
baile.
Oscuridad y silencio.
II
PIDE
A LAS FALLAS ELECTRICAS
De mi hemisferio cerebral
que me permitan volver
a mi cuerpo
en los
momentos
del paso
por la oscuridad.
III
YO
LE PIDO A TUS MANOS
Que ya no revisen los
obituarios:
12
de agosto de 1992
No tengo nada que decir, y
lo estoy diciendo
y esto es poesía.
John
Cage
Aquí está mi voz
te nombra
desde
la oscuridad y el silencio.
IV
PERO
BUSCO EL EQUILIBRIO
Para que mis crisis desanden
los ritmos tónico - clónicos
del Gran mal.
Los ritmos de la despedida.
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