sábado, 4 de marzo de 2017

Reseña a "Crónica de los días que ya no son"

(Guayaquil, Ecuador; 2016)


Dice Giorgio Agamben en El fuego y el relato que la parábola establece una semejanza entre el Reino –de los cielos en este caso- y algo que se encuentra aquí y ahora sobre la Tierra. Esto quiere decir que la experiencia del Reino pasa por la percepción de una semejanza y, que sin dicha semejanza, es imposible para los hombres la comprensión del Reino. El Reino, expresado mediante la parábola es un acontecimiento: la red arrojada al mar y que recoge todo tipo de peces, el tesoro que un hombre encuentra en el campo y, prosigue Agamben, el gesto del que siembra. Así, el Reino se convierte en un discurso cifrado que sólo comprenden aquellos que deberían comprenderlo pero que, al mismo tiempo, exhibe su misterio.

En los poemas de Mónica González Velázquez (Ciudad de México, 1973) el Reino es una insignia de lugares perdidos. El Reino es un lugar que nos llama; es memoria y es tiempo. En ese transitar, Mónica se mueve por el poema de forma lenta, cadenciosa, como en el inicio de una danza que absorbe todo el vértigo y el caos de la ciudad que la rodea. El poema, como el cuerpo, es un lugar que se recorre lento, de forma contemplativa: El hombre asciende las ruinas de su cuerpo, dice en el poema “Nunca más silencio”. Sitio de ruinas, muchas veces, la gran ciudad se vuelve un despojo de la memoria, piedra de toque en la memoria, habitable sí, pero ajena, quebrada: Soy un cuerpo fragmentado / ola espiral en danza rota, Las piedras gritan los nombres de los que ya se han ido, de los que rastrean los cuerpos de cuerpos ajenos, de los que no descienden, se lee en “La bruma se dispersa” y “Eva en el paraíso”, respectivamente. De este modo, el poema reside en una grieta, una herida que respira y se niega al bullicio sabiendo que ahora todos los nombres / son uno mismo. Y esa negación, ese contraerse es el sentido de su existencia: Nunca, nunca, nunca más la herida, escribe Mónica en “Renunciación”.

Bataille, en 1993, escribió que el término de la poesía, significa en efecto, de la manera más precisa, creación por medio de la pérdida. En “Crónica de los días que ya no son” (El Quirófano Ediciones, 2016), Mónica González Velázquez hace patente este principio por medio de la saturación sonora que la ciudad provoca en medio de movimientos como insignias que nos hacen recordar la brevedad y su capacidad de resistencia: En ésta fe ciega (a destellos cordura) / con un dedo en la frente (insignia-insgne-insignificante) / viene a decirme que esta historia / de tan intensa ya no existe. / ah! La brevedad, malsana resistencia (la existencia), dice en "Presagio 2".

Silvio Mattoni escribe a propósito de los efectos de la creación por medio de la pérdida: Sin duda que tal como las prácticas del gasto improductivo, es decir, el lujo, el derroche, la guerra, la experiencia mística, el erotismo, se oponen al orden de la producción de bienes, de la conservación y reproducción mecánica de la sociedad, así también la poesía se opondría al orden acumulativo del lenguaje, a la transmisión de un saber utilizable. Esta oposición al orden acumulativo del lenguaje implica retirar el velo de la instrumentalidad de las palabras, esto es, que dejen de designar y sacrifiquen el sentido en favor de un ritmo, de un movimiento, un acto propiciatorio. Tal y como la parábola tiene forma de comparación, así la palabra que devuelve al Reino está destinada a comprenderse en su literalidad, pero eso evitaría el recorrido, la soledad. La instrumentalidad de la palabra del Reino esquivaría todo acto solitario. Dice Agamben: “No entender ya la palabra del Reino es una condición poética”. Sólo los grandes solitarios emprenden largas caminatas, tejo la palabra, rememoro y aguardo el regreso de los días, escribe Mónica. La palabra del Reino está vaciada de sentido y nombra, a tientas (mis palabras son la voz del ciego), para no decir, sino para llamar (Conjuro tu historia a otra historia, tu nombre a otro nombre) y comprender la letra, volverse parábola, porque la parábola siempre habla como si no fuera el Reino (porque no voy a permanecer en este reino al amanecer) y, sin embargo el Reino (Para construir reinos perdidos / junto al mar).

En medio de ese Reino reconstruido, escribe Mónica: Hay en estas líneas el presagio del fin del mundo. Porque lo inmóvil no es lo que busca y dice: Corro por un bosque de palabras, en este juego de periferias y acercamientos virtuales. Hasta que levanta su árbol, como insignia de la vida y la danza que aún habita debajo de todo el bullici trémulo de la ciudad, como esperanza ecológica ante el fin del mundo-Reino-reconstruido, como huella de su paso por la ciudad: el corazón de un árbol / soy / soy, y danza, también el latido del amor como esperanza que recorre con mayor intensidad y franqueza los últimos poemas de este libro.

En Crónica de los días, que ya no son, Mónica se apega a un registro que tiene como referentes inmediatos a Efraín Huerta, Max Rojas y José Emilio Pacheco. No obstante, la misma Mónica se encarga de hacer explicitas otras referencias –Leopoldo María Panero, Guillermo Fernández, Cesare Pavese-, de ahí que sus poemas busquen siempre la movilidad, el tránsito. El impulso verbal que anima esta colección se ve complementado por componentes visuales que recuerdan a Mallarmé, Marinetti o Apollinaire y que configuran una música alterna al mismo ritmo que ya tienen los poemas, llevándolos a simular una partitura que provoca que se multipliquen los recursos retóricos y las acotaciones para dotar a cada texto de una voz única. Estos recursos tipográficos y visuales parecen decirnos que las palabras son la presencia, la reconstrucción, la resistencia.

Crónica de los días, que ya no son, es un itinerario de viaje a lo largo de siete libros, es la poesía que se levanta para ocupar su lugar entre los escombros, entre el ruido de la ciudad, es el llamado al Reino, pero sobre todo, es una forma de estar en el mundo.

Hasta aquí había pensado en decir algo acerca de Luis Alberto Arellano y de Mónica y de mí, pero las palabras comienzan a fallar. Este libro, plagado de pérdidas, de lugares grabados en la memoria en medio de todo el caos posible y la poeta, ahí, en medio de todo, receptiva siempre, en movimiento siempre; decía, este libro es también una celebración del lugar, del lugar aquel al que sólo podemos acudir no nombrando, sino únicamente, y eso con muy poca certeza, llamando. El lugar en donde alguien ejecuta una breve “danza de insignias, sueños y sentidos”. Ese alguien, quiero creer, es Luis Alberto, que de seguro festejaría la presentación de este libro hoy, aquí, con todo nosotros. Por eso quiero repetir las últimas frases del prólogo, escrito por el mismo Luis Alberto, no como una sentencia, sino como una celebración de su vida, de esta escritura con la que Mónica nos lo trae y nos lo acerca. Digo, junto a él:

“Que nadie empañe la felicidad del mundo”.

Que se conserve intacta la alegría y que todos puedan escandir la copa en el pozo del amor.

Que nadie empañe la felicidad del mundo.  


Juan Antonio Alfaro


S.L.P. / 03 de marzo de 2017

martes, 28 de febrero de 2017

PRESENTACIÓN EDITORIAL EN S.L.P.






Mónica González Velázquez (Ciudad de México, 1973). Editora y poeta visual-experimental. Egresada de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. A la par, cursó el Diplomado de Creación Literaria en la Escuela de la Sociedad General de Escritores de México. Le han sido publicados diez poemarios escriturales. También sus poemas han sido incluidos en antologías de México, España, NYC y Argentina. Destaca su incursión en la poesía visual-experimental, fue incluida en La palabra transfigurada: cien años de poesía visual mexicana (CONACULTA-INBA, 2014). Finalista en el Premio Internacional de Poesía Visual de Badajoz (España, 2015). Ha participado en la exhibiciones: Poesía Visual Internacional de Quilmes (Argentina, 2015), POESÍA SIN MARGEN Muestra Latinoamericana de Poesía Visual (Museo de Arte Contemporáneo Argentino; Buenos Aires, 2016), Bienal de Poesía Visual Experimental de Euzkadi en México (CDMX, 2016). Como editora especializada en ediciones alternativas, ha participado en el XV Encuentro Internacional de Editores Independientes y Ediciones Alternativas (Punta Umbría, Huelva; España 2008), Hispanic Heritage Month of York College (NYC; 2011 y 2012), Festival Internacional de Poesía Ileana Espinel Cedeño (Guayaquil, Ecuador; 2013 y 2016), Printed Matter's LA ART BOOK FAIR. The Geffen Contemporary at MOCA (Los Angeles, 2014) y The Americas Poetry Festival of New York (NYC, 2015).